El parque de Santa Ana de Carlos Thays cumple 115 años. Magnifico en su tiempo hoy en estado de abandono

El Parque de Santa Ana, creado hace 115 años, necesita ser puesto en valor.  (23/09/2016)

El parque está ubicado entre las calles Pellegrini, Sarmiento y Belgrano, de Santa Ana, en diagonal al predio del ex ingenio. La atractiva y misteriosa superficie de dos hectáreas refleja las características de jardín paisajista del siglo XVIII y XIX. Es el espacio verde más importante de la localidad, y allí se realizan diversos eventos culturales y deportivos.

El parque se resiste terco al paso del tiempo y a la ausencia de la familia Hileret con su dulce y adinerado ingenio. Todavía pueden apreciarse las maravillosas especies autóctonas y del otro lado del mundo, dispuestas sabiamente por el famoso paisajista francés Carlos Tahys, el mismo que diseñó el Parque 9 de Julio de nuestra capital y el Jardín Botánico de Buenos Aires, entre otros.

El parque fue un sueño de María Luisa, la única mujer de los tres hijos de don Clodomiro Hileret.

«Un día, como hacen todos los chicos cada mañana, María Luisa ingresó al dormitorio de sus padres y se metió en la cama grande para contarles el sueño tan lindo que había tenido. Ella estaba en un lago con peces de todo tipo y tamaño; un lugar provisto de barquitos, amarradero y una gruta, donde ella subía y bajaba con sus amigas. El espejo de agua estaba en el medio de un hermoso predio de árboles gigantes y de flores exóticas».

«Luego de describir su onírica visión, María Luisa se durmió. Y su papá le dijo a su esposa, Luisa Cayetana Dode, que para cumplir el sueño de su adorada hija debía inventarle un viaje a París. Así fue. Tal era la fortuna de don Clodomiro que pudo darle ese gusto. Al retornar María Luisa -extrañada por su larga estadía en la Ciudad Luz- se encontró con el regalo del padre por sus 15 años. ¡Nada menos que el parque!.»

Mediante la Ley Provincial N°7535 de 2004, el parque de Santa Ana fue declarado patrimonio cultural provincial. Está incluido como bien protegido dentro del punto c) del artículo 3 de esa ley. Sin embargo, hoy el parque se encuentra en estado de abandono.

2011 – La Gaceta http://www.lagaceta.com.ar/nota/456527/sociedad/simbolo-poder-economico-hileret.html

LA GRUTA. La rodean singulares especies arbóreas y está ubicada en el centro del parque. Las escaleras convocan a propios y extraños. Abajo ya no hay agua, apenas un hueco. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL

Sin dudas es un emblema del poder económico de Clodomiro Hileret, el visionario industrial -y también arquitecto, según el libro de la masonería en Argentina-. El singular y enigmático parque está ubicado entre las calles Pellegrini, Sarmiento y Belgrano, de Santa Ana, en diagonal al predio del ex ingenio. La atractiva y misteriosa superficie de dos hectáreas refleja las características de jardín paisajista del siglo XVIII y XIX. Es el espacio verde más importante de la localidad, y allí se realizan diversos eventos culturales y deportivos.

Cuentan los lugareños que cuando fue inaugurado ocupaba ocho hectáreas y contaba con varios lagos que contenían peces de diferentes colores. Incluso se podía navegar en botes de madera, a los que se accedía por medio de una gruta artificial de cuya cima emanaba agua, que caía en cascada.

Exóticas especies

En sendos invernaderos se cultivaban las orquídeas más hermosas; avenidas de limoneros dulces proveían de sombra a los numerosos paseos. Había y hay especies arbóreas y plantas exóticas. Entre ellas una que aún perdura y provoca en quienes la observan inexplicables temores: semeja un muñón negro, sin hojas, con una especie de globo verde oscuro en la punta, que florece una vez por año durante ocho días. También pájaros de diversas latitudes del planeta y numerosos cisnes habitaban el lugar.

Al ingresar al centenario parque, que fiel a los designios de la naturaleza se resiste terco al paso del tiempo y a la ausencia de la familia Hileret con su dulce y adinerado ingenio, pueden apreciarse las maravillosas especies autóctonas y del otro lado del mundo, dispuestas sabiamente por el famoso paisajista francés Carlos Tahys. Sí, el mismo que diseñó el parque 9 de Julio de nuestra capital y el Jardín Botánico de Buenos Aires, entre otros.

Próxima a un inmenso ficus bengahelense una losa sella la entrada a los túneles, que unía la casa de los Hileret -se incendió y fue saqueada- con la del administrador y la fábrica.

Desconcertante

Durante la visita de LA GACETA, la quietud de la siesta convocó al parque a los estudiantes en sus horas libres, a jóvenes desocupados jugando a la taba, a motociclistas temerarios, a una pareja que bebía cerveza y a uno que otro muchachote, sin rumbo, intentando inhalar alguna sustancia extraña, a la vista de todos. No había presencia policial en las cercanías.

Un sueño de María Luisa

«El parque fue un sueño de María Luisa, la única mujer de los tres hijos de don Clodomiro Hileret», contó Lucía Rosa Vázquez.

La inquieta docente destacó: «mi abuelo me contó que un día, como hacen todos los chicos cada mañana, María Luisa ingresó al dormitorio de sus padres y se metió en la cama grande para contarles el sueño tan lindo que había tenido. Ella estaba en un lago con peces de todo tipo y tamaño; un lugar provisto de barquitos, amarradero y una gruta, donde ella subía y bajaba con sus amigas. El espejo de agua estaba en el medio de un hermoso predio de árboles gigantes y de flores exóticas».

«Luego de describir su onírica visión, María Luisa se durmió. Y su papá le dijo a su esposa, Luisa Cayetana Dode, que para cumplir el sueño de su adorada hija debía inventarle un viaje a París. Así fue. Tal era la fortuna de don Clodomiro que pudo darle ese gusto. Al retornar María Luisa -extrañada por su larga estadía en la ?Ciudad Luz?- se encontró con el regalo del padre por sus 15 años. ¡Nada menos que el parque!», enfatizó Vázquez.

Hoy aún están los gigantes banyanes de la India y de Australia junto a tipas del monte tucumano, que se mezclan con inmensos ficus bengahelenses -de troncos llamativamente gruesos y de múltiples raíces a la vista- y tarcos de la zona. También se observan cipreses propios de los pantanos de América del Norte, palmeras canarias, pandó y de otros géneros, escasas flores y caminería nueva.

La riqueza de sus especies -y más allá del deterioro- hace del parque de Santa Ana uno de los mejores de Sudamérica. Cada planta o árbol exhibía un cartel identificatorio, pero muy pocos aún lo conservan. Visitantes desaprensivos no sólo los destruyeron; también arruinaron las instalaciones.

Patrimonio cultural de la provincia

Mediante la Ley Provincial N°7535 (sancionada por el Poder Legislativo el 15 de julio de 2004; promulgada el 1 de abril de 2005 y publicada en el Boletín Oficial del 8 de abril del mismo año) el parque de Santa Ana fue declarado patrimonio cultural provincial. Está incluido como bien protegido dentro del punto c) del artículo 3 de esa ley.

Los delirios de Monsieur Clodomir, Santa Ana, Tucumán, Argentina http://cercanorte.blogspot.com.ar/2014/05/los-delirios-de-monsieur-clodomir-santa.html

Santa Ana es un pueblo nacido a la sombra del Ingenio y Refinería Santa Ana, el centro urbano gira en torno del delirante parque mandado a construir por el poderoso señor Hileret, dueño de todo, destinado a su hija.
El diseño del mismo le correspondió al mismísimo paisajista Carlos Thays, dotándolo de especies arbóreas únicas en Sudamérica
El ingenio, es un cúmulo de esqueletos arrumbados, aguardando su destino final de chatarra o escombro, mientras tanto los habitantes de los 17 barrios o colonias como aquí se los llama, lloran todavía el cierre definitivo del coloso y las circunstancias que determinaron su declinación y muerte.
Todo comenzó en 1889, cuando su mentor el francés Clodomiro Hileret, adquirió veintisiete mil hectáreas de tierra para ubicar allí su mega proyecto, con el correr de los años, monsieur logró que su emprendimiento fuera una verdadera ciudad con ferrocarril propio, usina de luz eléctrica, 1800 obreros, 1500 hectáreas de cañaverales y una producción anual de 8 millones de kilos de azúcar y más de 2 millones de litros de alcohol.
La prosperidad llevó a Don Clodomiro a trabar amistad con las personas más granadas del ambiente político nacional, principalmente con Julio Argentino Roca, con quién negoció una importante suma de dinero destinada a financiar la Campaña del Desierto a cambio de un considerable lote de originarios Mapuches, traídos desde la Patagonia trágica, para trabajar como mano de obra esclava.
Restos óseos de un monstruo
Santa Ana se fue convirtiendo en una especie de pueblo en donde muchas cosas sólo tenían explicación dentro del campo del realismo mágico o de la fábula mas bizarra y siniestra, con el único objetivo de salvaguardar intereses económicos y desterrar cualquier atisbo de organización social y protesta obrera.
Dice la leyenda que Hileret hizo un pacto con Lucifer, a cambio que éste cuidara y acrecentara su ya incalculable fortuna. Fue entonces que el diablo le entregó al mismo un perro guardián de ojos celestes llamado «El Familiar», para que velara por la fortuna y el órden establecido, desde los túneles que comunicaban el ingenio con la casa de monsieur.
Se cuenta que la presencia de «El Familiar» se reconocía porque arrastraba unas enormes cadenas de plata y que todo obrero que osaba desafiar el cúmulo de leyes internas que regían el ingenio, terminaba en las fauces del mismo, así el enviado del demonio, o el mito del enviado del demonio, logró en casi cien años ocultar cientos de muertes sospechosas, causadas por el abuso extremo de la explotación y la represión hacia el retobado.
Cualquiera que cruce dos palabras con algún viejo poblador tendrá como premio alguna versión del tema que acabo de contar, la versión que recogí de Don Sosa se refiere que una vez , el hablaba que la ofrenda que hacía el patrón al Familiar ocurría sólo una vez por año, bueno en esa oportunidad, monsieur ofreció a su guardián el servicio de un obrero muy rudo y problemático, que fue llevado bajo engaños hasta la mismísima casa principal, una vez allí Don Clodomiro lo invita a pasar a su «despacho» que no era otro que la habitación en donde «El Familiar» se ocupaba de recibir el regalo anual.
Pasó toda una noche y cuando por la mañana Hileret, abrió la puerta para constatar lo sucedido, el rudo obrero salió despavorido y un imprevisto zarpazo terminó con una oreja del magnate, ensangrentado e impávido consigue que le traigan al imprevisto sobreviviente para comprar su silencio, éste acepta un dinero a cambio de nunca jamás revelar que había sucedido entre esas cuatro paredes. El pacto, según Don Sosa, enseguida se rompe porque el obrero gasta parte del soborno en bar del pueblo y tumbado por el alcohol comienza a gritar que había sido víctima de la maldad de Hileret, poniéndole cuerpo a la leyenda y generando a partir de ese momento la declinación del imperio azucarero.
Durante el primer gobierno del General Perón, éste le expropia el ingenio a Don Clodomiro Hileret, para que la administración estuviera en manos del estado, ocurriendo eso hasta el fatídico 1966, cuando el dictador Juan Carlos Onganía, a través de la Ley de Cierre de Ingenios certificó la defunción del imperio.
El asalto contra la factoría-pueblo se hizo con aviones de la fuerza aérea y con gendarmes llegados para ese menester desde Buenos Aires, entre el 21 de agosto y finales de setiembre de 1966. La toma inicial se consideraba resuelta en un día de acciones, pero la misma se prolongó durante cuarenta días producto de la lucha llevada a cabo por las mujeres de los obreros y por un grupo de empleadas domésticas de personal de la empresa, mientras que los compañeros se sostenían desde adentro del ingenio. Las mujeres resistieron en un cordón humano que envolvió al edificio principal, impidiendo que las fuerzas de ocupación derriben la chimenea e instalaciones. Si bien las mujeres impidieron la destrucción del edificio, tanto ellas como los trabajadores no pudieron impedir el desalojo final con la consiguiente pérdida de los puestos de trabajo. La mayoría de los ocupantes fueron apresados y torturados, sufriendo muchos de ellos el destierro.
En la década de los 70, las instalaciones todavía en pié del ingenio, fueron utilizadas por la dictadura militar instaurada en 1976, como un campo de detenciones clandestino en donde perdieron la vida muchos de los militantes del ERP que habían participado en la experiencia guerrillera del monte tucumano, como también militantes sociales, gremiales y estudiantiles. Fue precisamente el gobierno de Domingo Bussi quién terminó desguazando los edificios que supieron pertenecer a uno de los ingenios más importantes de toda Sudamérica.
El parque del ingenio es un verdadero símbolo del poder que había conseguido Don Clodomiro Hileret.
Cuentan los lugareños que al momento de su inauguración, el mismo se extendía por 8 hectáreas, y contaba con varios lagos sembrados con peces de colores, lagos en los cuales se podía navegar en botes de madera, a los que se accedía mediante una gruta artificial desde donde emanaban chorros de agua en forma de cascada. Invernaderos en donde lucían relucientes las orquídeas mas hermosas, avenidas de limoneros dulces, lagos con cisnes y peces de colores y un sin fin de especies arbóreas importadas de sitios más allá del horizonte.
El parque fue un sueño de María Luisa, la única hija mujer de Don Clodomiro, cuentan que un día la joven ingresó al dormitorio de sus padres y se metió en la cama grande para contarles el sueño tan lindo que había tenido. Ella contó que se vió en medio de un lago con peces de todo tipo, barquitos de colores y una gruta desde donde caían chorros de agua clara y todo eso estaba en medio de un parque poblado de árboles gigantes y flores exóticas. Monsieur luego de escuchar el relato de su amada hija concluyó que para cumplirle el sueño debía enviarla durante algún tiempo al París de sus ancestros, mientras él llevaría acabo la concreción de la onírica visión. Al volver de Francia María Luisa se encontró con el regalo de quince que le había concretado su padre de la mano de Carlos Thays, el paisajista mimado por la afrancesada alta sociedad argentina.
Ficus Bengahelenses, Banyanes de la india, Tipas del monte tucumano, Tarcos, Cipreses de los Pantanos, Palmeras Canarias, especies hoy en día exóticas y únicas dentro del territorio argentino.
Hoy santa Ana vive gracias a la fabricación de ladrillos, actividades agropecuarias y en menor medida al turismo rural y fotográfico. Otro punto relevante en al actualidad lo conforma la Reserva Natural Estricta Santa Ana, se trata de una extensión de 20000 hectáreas intangibles de yunga y selva tucumana-boliviana, la cual no admite visitantes.
Dejo Santa Ana con la impresión de haber estado sumergido en un libro de García Márquez, a esta altura dudaba de todo, del mito, de la fábula, de la lucha, me costaba creer que todo lo que ví y escuché hubiera sucedido, por lo menos que todo hubiera sido real, y ahora que lo revivo y confirmo la historia me parece todavía más increíble.
Vuelvo a Tucumán, me despido de Isidro con la promesa de volver en agosto en búsqueda de un lugar aún más extremo de los hasta aquí retratados, es posible?, sí, es posible, paciencia…
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2 comentarios en “El parque de Santa Ana de Carlos Thays cumple 115 años. Magnifico en su tiempo hoy en estado de abandono”

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